Enseñar a pensar como base curricular: una experiencia para compartir

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Enseñar a pensar como base curricular: una experiencia para compartir

Por Andrea Basabe Teixidó y Miren Munitis Lezama

“El docente tiene que enseñar estrategias para aprender a pensar y debe promover el esfuerzo del estudiante para facilitar la construcción de esquemas y el aprendizaje permanente”

(Tesouro, 2006)

De esto a nadie le cabe la menor duda. Muchos profesores concienciados realizan en el aula numerosas actividades y aplican diversas estrategias con el fin de promover el desarrollo del pensamiento en su práctica docente. Pero, ¿en qué grado los educadores son conscientes de la necesidad y la importancia que tiene el desarrollo del pensamiento eficaz?

La reflexión en torno a esta pregunta  generó en nuestro centro nuevas cuestiones que hemos ido resolviendo y que indudablemente han supuesto un cambio de paradigma en relación a la enseñanza del pensamiento en nuestras aulas.

¿Por qué enseñar a pensar?

La sociedad está de acuerdo en que los estudiantes aprenden en la escuela, pero duda realmente si todos aprenden a pensar (McKeachie 1992, citado en Sanz de Acedo, 2005, p. 50). Por lo tanto, no podemos dejar de lado el pensamiento y debemos entender que una de las funciones clave del sistema educativo debe ser enseñar a los estudiantes a pensar mejor.

Debemos entender lo que supone el pensar mejor y ser capaces de identificar las situaciones diarias en las que puede trabajarse de forma explícita y en las que pueden transferirse las habilidades de pensamiento adquiridas de forma autónoma.

En el recreo los estudiantes eligen con quien jugar 
y resuelven problemas entre iguales frecuentemente. 

Aunque parezca que son situaciones en las cuales se desenvuelven sin un patrón aprendido, tras estas experiencias existen futuras reacciones que pueden ser modeladas y entrenadas para desarrollarlas con mayor destreza. En el contexto del recreo, usado como ejemplo, llegamos a encontrarnos con escenarios de nuestra vida que ocurren en diferentes ámbitos del centro educativo y fuera del mismo.

Nickerson (1989, citado en Sanz de Acedo, 2005, p. 49) justifica la necesidad de educar a los estudiantes en su forma de pensar en base a cuatro razones:

1. Nuestros estudiantes tendrán que competir con efectividad en las oportunidades educativas, laborales y sociales que les ofrezca el mundo moderno y solamente los que piensen mejor alcanzarán el éxito.

2. Saber pensar y actuar en consecuencia es un prerrequisito para ser un buen ciudadano. Partiendo de la misión educativa de integrarse en la sociedad contribuyendo a su mejora, el alumnado debe estar preparado para enfrentarse a situaciones reales donde deberá razonar, tomar decisiones y resolver problemas con destreza.

3. La capacidad de pensar contribuye al bienestar psicológico; las personas que piensan bien son más equilibradas y se preocupan por lograr lo que de interesante tiene la vida. Aunque desde muy pequeños podamos pensar que “pensarse las cosas demasiado” puede provocar el efecto contrario al esperado, la conciencia de dicho pensamiento y la autorregulación del mismo nos facilitará el desarrollo del pensamiento.

4. Los alumnos que conozcan los pasos procedimentales podrán marcarse objetivos personales que les mantendrán activos y motivados en la construcción de la propia personalidad.

5. El ser humano nunca debe dejar de pensar. A menos que aprenda a pensar mejor, no sabrá actuar con justicia.

Enseñar a Aprender a Pensar

El pensamiento es el resultado de un conjunto de operaciones mentales como 
la observación, la clasificación y el razonamiento. 

Partiendo de esta idea, podríamos decir que enseñar a aprender a pensar es crear propuestas de aprendizaje apropiadas para que  nuestros niños y jóvenes aprendan a razonar con coherencia y actitud crítica, a tomar decisiones asumiendo riesgos  pero con responsabilidad  y a resolver problemas difíciles con reflexión y creatividad.

Enseñar a aprender a pensar requiere:

  •  una intención clara de querer transferir, de forma apropiada, las habilidades y las estrategias de pensamiento para aplicarlas en todas las situaciones de la vida que demanden tales mecanismos cognitivos.
  •  ser conscientes del proceso llevado a cabo para poder así evaluar la productividad de nuestro propio pensamiento.
  • dedicar tiempo  a la reflexión sobre procedimiento personal para identificar errores de pensamiento y aprender a partir de ellos a pensar con destreza.

 La práctica cotidiana de un centro comprometido con la Cultura de Pensamiento

Siendo el lema de Lauaxeta Ikastola “Desarrollo personal para construir sociedad”, la apuesta por el desarrollo global del alumnado, para que sea capaz de autorrealizarse e integrarse en la sociedad contribuyendo a su mejora, no debe obviar la enseñanza del pensamiento.

 Enseñar a aprender a pensar mejor facilita la consecución de ciertas capacidades transversales indispensables para el desarrollo personal pleno.

Si unimos a esto la educación por competencias que promueve el desarrollo mencionado y da importancia a la aplicación de lo aprendido, nos encontramos con que el enseñar a pensar se convierte en una competencia transversal clave. 

La base de la enseñanza del pensamiento en nuestro centro  parte de los siguientes componentes:

  • Enseñar a razonar: utilizando y aplicando el conocimiento previo, se infiere nueva información pasando de un conocimiento a otro y elaborando una conclusión –deductiva o inductivamente– a modo de argumento. Para ello, se trabaja sobre la importancia de un buen argumento, siendo capaces de identificar los errores y defender la validez del razonamiento utilizado. Desde la etapa de infantil, los alumnos y las alumnas aprenden a justificar sus reflexiones ante situaciones cercanas para ellos y ellas; con el trabajo de guía del docente.
  • La práctica docente se basa en la formulación de preguntas de ampliación y reflexión, y el parafraseo de las ideas para la introducción a su vez el lenguaje de pensamiento.
  • Enseñar a tomar decisiones: la toma de decisiones acertada se basa en la continua acomodación y reacomodación del alumno o la alumna a los diferentes momentos que va experimentando y a la información que va consiguiendo. Por ello, entendemos que el proceso para decidir con destreza puede pautarse y por tanto entrenarse de forma aislada. Antes de sumergirnos en este trabajo en concreto, creemos que desde la niñez los alumnos y alumnas deben encontrarse con situaciones reales ante las cuales tengan que tomar una decisión. De esta forma, además de enriquecer sus conocimientos previos, cabe recalcar que al igual que otros ámbitos del desarrollo madurativo el desarrollo del pensamiento también tiene un ritmo en cada individuo.
  • Enseñar a resolver problemas: la resolución de problemas de manera eficaz es el proceso donde mejor se manifiestan las capacidades cognitivas. También es la situación real ante la cual el alumnado se encuentra en su día a día. Por lo tanto, aprovechando la motivación y necesidad por aprender a resolver los conflictos entre iguales, vamos trabajándolo desde el origen y la mediación directa hasta que los alumnos y alumnas llegan a ser capaces no solo de resolver los problemas con destreza sino de analizar el proceso llevado a cabo para ello. Dicho análisis, por ejemplo, será el contenido de las sesiones en las que tenemos como objetivo la enseñanza del pensamiento.

Estos campos esenciales del pensamiento presentados como materia de enseñanza serán los cimientos para la elaboración de una relación de habilidades del pensamiento que facilite la generalización tanto a las propuestas de aprendizaje escolares como a las de la vida; siendo objeto de reflexión en el aula.

Apostar por la integración de la cultura de pensamiento en el centro, 
requiere diseñar planes estratégicos que garanticen un desarrollo 
integral de la competencia de aprender a pensar.

El centro  lleva cuatro años diseñando planes estratégicos con objetivos concretos

  • La formación del equipo docente en a cultura de pensamiento y en habilidades de pensamiento como los diferentes tipos de razonamiento, la formulación de conclusiones deductivas e inductivas, las operaciones metacognitivas y la habilidad de transferencia.
  • El diseño de planes, programas, proyectos y materiales didácticos para la implantación de la misma en las aulas.
  • Organización y flexibilización curricular para propiciar los espacios de aprendizaje que promuevan la puesta en práctica del pensamiento eficaz.
  • Promoción del valor de la cultura de pensamiento entre los agentes educativos y familias.
  • Infusión del la cultura de pensamiento en la evaluación.

Todo este proceso ha llevado a incorporar la enseñanza directa, sistemática y explícita de los componentes del pensamiento en la programación educativa.

En la práctica, y desde el punto de vista docente, esta enseñanza la basamos en los siguientes principios de intervención:

  • Modelar y ejemplificar. Enseñar a aprender a pensar siendo el propio docente quien comparte en voz alta su proceso de pensamiento o quien conceptualiza lo que el alumnado comparte sobre el propio proceso. 
  • Proporcionar explicaciones sobre los propósitos y el uso de términos y conceptos de un lenguaje de pensamiento. Esto facilitará la comprensión de la habilidad o estrategia de pensamiento trabajado para un uso mejor de la misma en el futuro.
  • Fomentar la interacción entre iguales. : compartir la situación a resolver y acordar para ello la habilidad o estrategia de pensamiento a utilizar o presentar una situación y generar un debate en el cual tengan que concluir con la identificación de la forma más eficaz de pensar.
  • Proporcionar una realimentación informativa y estimulante. Al igual que para cualquier otro aprendizaje significativo, la retroalimentación hace que el alumnado se mantenga motivado. Siendo ellos los protagonistas en todo momento, conseguirán regularse a sí mismos, incidiendo así en el conjunto del proceso integrándolo y modificándolo.

Vertientes en la implantación

Por un lado, se han enriquecido las programaciones curriculares disciplinares de educación primaria y secundaria con el uso de destrezas de pensamiento donde el alumnado desarrolla proyectos a partir del uso de estrategias de pensamiento.

Por otro lado, los docentes dedican 1 hora a la semana a proyectos extracurriculares donde el alumnado desarrolla proyectos relacionados con temáticas como la ontología y la epistemología, la psicología, la política, la ética, la estética, la antropología, la religión y la espiritualidad, la historia, etc.

Estas propuestas parten de grandes preguntas mediante las cuales el alumnado incorpora el uso de destrezas de pensamiento para dar respuesta desde una perspectiva analítica, critica, creativa y filosófica.

En este tipo de proyectos extracurriculares el alumnado se compromete con las actitudes éticas, morales e intelectuales que debe tener un buen pensador democrático para formar parte de la denominada “comunidad de pensadores”.

Además, se proponen concursos y retos como “ el concurso de filósofos” por ejemplo, donde alumnado de diversas edades debe plantear las 5 preguntas filosóficas más creativas.

La cultura de pensamiento debe suponer una revolución educativa 
y expandirse tanto a la educación como a la Sociedad.

La apuesta por la integración de la cultura de pensamiento en el centro esta suponiendo un gran éxito en el desarrollo de las habilidades sociales, emocionales, académicas e  intelectuales de los alumnos y alumnas.

De igual modo, la cultura de pensamiento ha calado en el equipo docente de manera que algunos/as  profesores/as han aumentado y enriquecido sus propios procedimientos mentales y sus recursos pedagógicos como docentes.

 Enseñar a aprender a pensar exige la implicación de todos los agentes educativos participantes, siendo los alumnos y las alumnas el centro de esta enseñanza y los docentes quienes guíen y modelen el proceso. Es tan importante la participación activa del alumnado como la conciencia y el trabajo de reflexión previo que debe hacer el profesorado y la continuación de este trabajo por parte de los padres en casa.

Cada paso, cada espacio y cada agente cuenta para que el resultado sea lo que buscamos : educar niños y niñas capaces de pensar bien para vivir mejor.

Referencias

Sanz de Acedo, M.L. & Sanz de Acedo, M.T. (2005). Enseñar a pensar: Una dimensión aplicada de la psicología del pensamiento. Faísca 12, 5-15.

Tesouro, M. (2006). Enseñar a aprender a pensar en los centros educativos, incluso en las actividades de evaluación. REIFOP, 9 (1).

Autoras:

Andrea Basabe Teixidó: Miembro del equipo de orientación de Lauaxeta Ikastola

Miren Munitis Lezama: Miembro del equipo directivo de Lauaxeta Ikastola

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